Eremofobia: Miedo a la soledad
6:25 p. m.¿Dependencia emocional o algo más?

El miedo a la soledad – Dependencia emocional
Published
by Silvia Congost at 11 febrero, 2016
El miedo a la soledad, al abandono, a
sentirnos desprotegidos, desamparados, aislados, lejos del amor y del afecto de
otro cuerpo, de otras manos, de otro corazón.
El
miedo al abandono es uno de los más primarios que
tenemos los seres humanos. Cuando somos bebés, necesitamos para sobrevivir a un
adulto que nos de alimento y afecto. Así entramos en la infancia, cruzamos la
adolescencia queriendo que nos dejen solos y llegamos a la adultez con un
profundo pánico a la soledad. ¿Qué ha sucedido?
Cuando ya
somos adultos, nuestro cerebro acumula una cantidad importante de vivencias de
la parte más determinante de nuestra vida: la infancia y la adolescencia. Lo
que ocurre allí, es lo que nos da la forma que tendemos de la mayoría de edad
en adelante, con nuestros miedos, sombras, deseos y sueños.
En algunos
casos nos convertimos en adultos valientes, que se quieren, se fijan objetivos
y van a por ellos. En otros casos quedamos atrapados en cuerpos temerosos, que
no se cuidan o incluso se maltratan.
Y es justo en medio de esta etapa adulta, la que podría ser la mejor
porque depende únicamente de nosotros mismos, en la que a causa de este tan
temido miedo a la soledad, la idea de tener una relación de
pareja se convierte en una auténtica prioridad. Se convierte en algo tan
sumamente importante que si no lo conseguimos o si lo tenemos pero lo acabamos
perdiendo, nuestra vida pierde el sentido por completo. Nos cuesta ser felices,
sentir plenitud, bienestar profundo y esto nos puede conducir a hacer
elecciones sin criterio y a consecuencias muchísimo peores que esa temida
soledad.
Es muy importante haber aprendido a estar solos, haber descubierto que
solos estamos bien, para crear una relación sin apegos ni dependencia emocional. Si sabemos que solos nos va
bien, no nos costará tanto volver allí, en el caso de que la nueva relación
acabe por no encajar con lo que creíamos que sería.
La clave
para estar bien solos es la vida social. Somos seres sociales y necesitamos
tener vida social. Si es así podremos llevarlo bien. Está claro que en el
fondo, a todos nos gusta más estar acompañados, tener pareja, que estar sin
ella, que no debemos cerrarnos a la posibilidad de una nueva relación. Si
llega, será maravilloso, pero si no, también nos irá bien.
Si tenemos
una vida activa y socialmente rica, sin duda encontraremos esa persona.
Constantemente hay seres maravilloso que ponen fin a relaciones que les han
desgastado y que ya no tenían sentido en sus vidas, y que se abren a escribir
nuevos capítulos en su corazón.
Lo más
importante es que tengamos claro que para abrir nuevas puertas, antes debemos
asegurarnos que otras han quedado bien cerradas para siempre.
Está claro que la psicóloga Congost se refiere al miedo a estar solo que hace a alguien dependiente en una relación de pareja, algo que puede ser común en la sociedad, sin embargo, ¿qué pasará cuando se presenta ansiedad y miedo injustificado por estar solo comienza a ser excesivo?
Se le llama eremofobia, miedo excesivo por estar solo. Estas personas presentan constantemente sensaciones como inseguridad, ansiedad, tristeza, angustia. Este miedo intenso y desproporcionado a estar solo les hacen creer que no pueden estar físicamente solas, que están siendo ignoradas o que se encuentran sin amor, en otras variaciones que podrían ser atacados. Algunos síntomas generales son:
- Dificultad para respirar
- Hiperventilación
- Latidos cardíacos irregulares
- Sudoración excesiva
- Náuseas
- Sentimientos generales de temor
- Hipocondría o fingimiento de enfermedades constantemente para atraer la atención.
El miedo extremo a la soledad es crónico e irracional, estas personas por lo tanto al temer estar solos son mucho más propensos a desarrollar relaciones de dependencia con otras personas, sienten que deben estar acompañados todo el tiempo, en todo momento, lo cual termina por afectar sus relaciones sociales y su vida. Se conoce que esta fobia suele comenzar en la infancia o al principio de la adolescencia, pudiendo mantenerse a lo largo de toda la vida, como señala Congost, en la adultez, el cerebro utiliza todas las experiencias y vivencias significativas, lo que le da forma a una persona adulta. No será de extrañarse que un sujeto que sufrió angustia por estar solo durante su infancia o por el contrario que en su adultez se encuentra por primera vez solo presente este trastorno así sea de forma leve.
En consecuencia, además de que tener pareja es una prioridad se llegaría a exigir tanto de esa persona, en ocasiones cada segundo de su vida, que finalmente estos terminarían separándose sin haber existido calma ni felicidad en ningún momento. Estas personas no pueden, como otros, apoyarse en sus círculos sociales debido a que tarde o temprano se verán o sentirán solos. De esta forma, queda claro que es completamente necesario acudir a ayuda profesional.
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