Androfobia
8:11 a. m.
Androfobia, el miedo exagerado a los hombres
“Nunca me gustaron las citas a ciegas”, “así estoy bien”, “quiero crecer en mi trabajo”, “me lleva demasiado tiempo”. Muchas mujeres sufren cuando tienen que enfrentar una situación de intimidad amorosa con un varón. Suelen tener entre 18 y 40 años y, si bien entienden que sus temores son irracionales, no pueden evitar la angustia y buscan una “solución mágica”: evitar cualquier encuentro íntimo. Qué es, cuáles son las causas y de qué manera tomar las riendas de un trastorno que no nos deja sentirnos plenas.
Androfobia, el miedo exagerado a los hombres
Foto: Thinkstockphotos Mujer pelirroja con miedo / Foto: Thinkstockphotos
Algunas sueñan con encontrar el amor de su vida. Otras buscan a un hombre que las haga sentir queridas, necesitadas. Y un 3%, refugiadas en frases como “no es para mí, somos totalmente opuestos” o “todos son iguales, todos buscan lo mismo”. Intentan tapar su miedo que, si bien sienten que es irracional, no pueden manejarlo, haciéndose crónico y dando lugar a síntomas como ansiedad, angustia, depresión, taquicardia, sudoración o sonrojamiento frente a situaciones de intimidad emocional y/o acercamiento amoroso.
La persona que sufre de androfobia -fobia a los hombres- evita las situaciones que le provocan este malestar. Usan toda su creatividad armando una lista de diferentes pretextos. Aunque suelen ser lógicamente creíbles, poco a poco se distancian de reuniones sociales, citas y de todo encuentro que pueda tener alguna connotación sexual. Con el solo hecho de pensar en esos encuentros, comienza a sentir síntomas. Entonces, intenta resolver el conflicto evitando toda situación que le produzca malestar, produciéndose un efecto rebote: limitar más su vida y perder aún más su libertad emocional.
Parece muy racional pensar que todo aquello que nos hace un daño importante sea físico o emocional nos va a provocar en el futuro la evitación de la situación u objeto que nos lo ha ocasionado, pero el problema surge cuando el desencadenante es tan común como la propia existencia, es decir, si se teme a los hombres, se teme a casi una mitad poblacional, como podría el paciente entonces desarrollar una vida normal.
Se trata pues, de una fobia con importantes complicaciones que dificultan la vida social, trayendo como consecuencia por ejemplo, imposibilidad de llegar establecer relaciones románticas y sexuales para las mujeres que la padecen, además de implicaciones en el área laboral, no poder desempeñarse junto al hombre traería como consecuencia casi un aislamiento total. Por ello, como todas las fobias debe ser tratada mediante psicoterapia, y dependiendo del caso el uso de fármacos que inhiban los síntomas; la hipnoterapia y terapia neurolingüística también son utilizadas. Además, parece muy buena idea complementar las terapias dirigidas con la práctica de ejercitaciones para el paciente como los 3 ejercicios que propone la especialista Waisman.
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